December 12, 2008

El señor de los quesillos

Una de las lecciones más repetidas y menos aprendidas en finanzas y administración de portafolios es "nunca invierta en un instrumento que no conoce".

Hoy día nos enteramos que Bernard Madoff, un ex Presidente del Nasdaq, una de las bolsas de los EE.UU., se encuentra detenido y confeso de estafar en alrededor de 50.000 millones de dólares a inversionistas que siguieron a ciegas su promesa de obtener ganancias extraordinarias sin reparar que se trataba del viejo y conocido fraude piramidal (conocido en las salas de clase como “esquema Ponzi”).

Aunque en tiempos de tempestad financiera resulta aún más indignante que alguien haya estado robándose botes y salvavidas, lo cierto es que la estafa mencionada no tiene nada de nuevo y Mister Madoff no es nada más que otra versión de nuestro caso Inverlink o, si se quiere más gráfico aún, del caso de Madame Van Erpe, conocida en Chile y Perú como “la señora de los quesitos”.

Aparte de las diferencias de escala en los montos robados, todos los casos mencionados siguen el modelo de estafa hecho célebre por Carlo Ponzi.

En los años 20 en los EEUU, Ponzi logró despertar el entusiasmo de miles de ahorrantes al pagar, con la plata de quienes entraban, los intereses de quienes estaban y el capital de los pocos que salían. Así, mientras un creciente número de nuevos ahorrantes ingresara al sistema, el “negocio” daba para pagar altísimos intereses, simplemente echando mano a parte de los fondos acumulados. Por supuesto, el día que se descubriera que no había una fuente real de generación para las mayores recompensas, los ahorros nuevos dejarían de entrar, la promesa de mayores tasas se haría incumplible, los ahorrantes perderían su plata y el gestor... desaparecería del país o aparecería en alguna cárcel.

Por supuesto que para atraer a nuevos ahorrantes y despertar su codicia sin demasiadas sospechas, los esquemas piramidales se visten de innovación financiera. Madoff tenía cierta reputación al haber encabezado la bolsa donde se transan empresas de alta tecnología. Carlo Ponzi afirmaba que la fuente de los altos retornos era el arbitraje de estampillas de correo entre EE.UU. y Europa y la señora francesa vestía su negocio como promotora de las microempresas en un pujante nicho de exportación.

Recordar entonces la lección. Los ahorrantes deben saber en qué invierten. De dónde vienen los flujos que pagan los intereses que se ofrecen y cuáles son los riesgos.

Ciertamente, la regulación financiera tiene en esta materia la enorme responsabilidad de velar por el máximo de transparencia, especialmente en la protección de los ahorrantes de montos más bajos, usualmente lo menos educados financieramente.

Y ojo que, como tantos otros delitos y malezas, las pirámides Ponzi se dan bien en auges tanto como en crisis financieras.

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