September 01, 2009

Tipo de cambio y productividad del sector público


Predecir la caída de 13.8% del tipo de cambio nominal del US Dólar en este año habría sido, en el mejor de los casos, un afán ilusorio (y en el peor, una asesoría fraudulenta).

Siempre habrá alguien que acierte pronósticos, pero no es posible saber si ello es genialidad o suerte. Por lo demás, la competitividad de un país se mide por su tipo de cambio real (ha caído 11.8% en el año) y es aún menos pronosticable, pues depende de variables de suyo exógenas (como la paridad Euro-Dólar y la inflación de cada uno de los socios comerciales).

Así, mejor que jugar al adivino sería, creo, levantar la vista y asociar el tipo de cambio al crecimiento y, muy especialmente al gasto y productividad del sector público.Se suele admitir en la literatura que los países que crecen (supondremos Chile lo hará desde 2010) deberán soportar la caída secular de su tipo de cambio real.El argumento (efecto Balassa-Samuelson) reza así:

«Cuando se crece, los aumentos de productividad benefician más a los bienes transables internacionalmente».

Así, los precios de los productos transables (desde los berries hasta los blackberries) caerían en relación a los de aquellos bienes y servicios no-transables, esto es, los que circulan solo en el país (desde ladrillos a gásfiters). ¿Por qué?

Porque a los no-transables no les llegan las disminuciones de costos que impone la competencia externa en una economía abierta, y terminan encareciéndose. Pues bien, como el tipo de cambio real refleja el cuociente entre esos dos precios, entonces el valor de la divisa deberá caer cuando crecemos.

En realidad, la evidencia empírica es menos conclusiva. Por ejemplo, un estudio del NBER (Takatoshi, 1997) encuentra resultados disímiles entre países APEC. Harberger (2003) llega a algo similar en otros países crecedores.La explicación plausible es que las ganancias de productividad pueden impulsarse también desde los sectores de bienes no-transables. Y aunque se piensa a veces en estos últimos solo como servicios de peluqueros o notarios, en realidad los no-transables reúnen a amplios sectores tales como construcción y comercio, pero especialmente a todos los servicios estatales.

Por cierto toda la gestión pública es modernizable en Chile. Su productividad puede saltar, tal como lo hizo en las últimas décadas la agroindustria, manufactura y minería a partir de la apertura al comercio exterior. Hoy, fuera de la retórica de la innovación, no se ven programas de reforma del sector público que respondan al nuevo desafío.

www.juanfoxley.cl

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