December 23, 2008

La culpa...no toda del chancho

La estafa piramidal de Madoff llama la atención no solo por los montos. En dólares de similar valor es 312 veces superior a lo robado por Carlo Ponzi con el pionero cuento de las estampillas en los años 20.

La estafa sorprende también por las partes involucradas.

Primero, el regulador. Despertaba recién del sueño autorregulatorio y se encontraba ahora distraído en otros afanes, como torcerle la nariz a los precios prohibiendo la venta corta de acciones. Está claro que desatendió los indicios que ya tenía sobre captaciones truchas escondidas tras la fachada de un broker-dealer.

Las omisiones de la SEC nos recuerdan la falta de incentivos que enfrentan los reguladores para actuar preventivamente. Como los premios y castigos se estilan poco en funcionarios públicos, raras son las veces que éstos logran reconocimiento en su gestión para evitar catástrofes. El aplauso se los llevan a menudo los que salen tarde a cazar las brujas, no los que anónimamente evitan las desgracias con anticipación.

El lamentable resultado de esta lógica es un sinnúmero de pequeños inversionistas desprotegidos y desconfiados pero también muchas veces, inocentes contribuyentes que terminan pagando perdonazos a los frescos (¿Se acuerdan quién financió a los que alcanzaron a arrancar de Inverlink? Si pues…la CORFO).

Segundo, la estafa también sorprende cuando se observa la nómina de víctimas (aparte de Steven Spielberg). Del total de 74 depositantes conocidos hasta ahora, 22 corresponden a bancos y otros inversionistas “calificados”. Nadie diría... pequeños ingenuos engañados por “mdme. de los quesitos”.

Ejemplo: Fairfield Greenwich, un Fondo de Fondos que cayó con 7.500 millones de dólares y que en su prospecto para captar platas enumera una batería impresionante de controles que supuestamente aplicaría en la selección de administradoras.

Felizmente, sabemos de una mayoría de inversionistas institucionales serios- (entre otros los fondos de pensiones chilenos)- que siguen reglas objetivas, lejos de vendedores flamboyantes y mal auditados. Así salvamos esta vez el daño sistémico.
Una de las lecciones más repetidas es quizás la peor aprendida en finanzas: nunca invierta en algo que no pueda explicárselo a un egresado de educación media.
Al menos saber y doble-chequear de dónde vienen los flujos que pagan los papeles. Ciertamente, la regulación debe reforzar la presión por la transparencia pública en la protección de los ahorrantes pequeños, los menos educados financieramente. Sobre los demás... grandecitos están para cuentos de quesillos.

December 12, 2008

El señor de los quesillos

Una de las lecciones más repetidas y menos aprendidas en finanzas y administración de portafolios es "nunca invierta en un instrumento que no conoce".

Hoy día nos enteramos que Bernard Madoff, un ex Presidente del Nasdaq, una de las bolsas de los EE.UU., se encuentra detenido y confeso de estafar en alrededor de 50.000 millones de dólares a inversionistas que siguieron a ciegas su promesa de obtener ganancias extraordinarias sin reparar que se trataba del viejo y conocido fraude piramidal (conocido en las salas de clase como “esquema Ponzi”).

Aunque en tiempos de tempestad financiera resulta aún más indignante que alguien haya estado robándose botes y salvavidas, lo cierto es que la estafa mencionada no tiene nada de nuevo y Mister Madoff no es nada más que otra versión de nuestro caso Inverlink o, si se quiere más gráfico aún, del caso de Madame Van Erpe, conocida en Chile y Perú como “la señora de los quesitos”.

Aparte de las diferencias de escala en los montos robados, todos los casos mencionados siguen el modelo de estafa hecho célebre por Carlo Ponzi.

En los años 20 en los EEUU, Ponzi logró despertar el entusiasmo de miles de ahorrantes al pagar, con la plata de quienes entraban, los intereses de quienes estaban y el capital de los pocos que salían. Así, mientras un creciente número de nuevos ahorrantes ingresara al sistema, el “negocio” daba para pagar altísimos intereses, simplemente echando mano a parte de los fondos acumulados. Por supuesto, el día que se descubriera que no había una fuente real de generación para las mayores recompensas, los ahorros nuevos dejarían de entrar, la promesa de mayores tasas se haría incumplible, los ahorrantes perderían su plata y el gestor... desaparecería del país o aparecería en alguna cárcel.

Por supuesto que para atraer a nuevos ahorrantes y despertar su codicia sin demasiadas sospechas, los esquemas piramidales se visten de innovación financiera. Madoff tenía cierta reputación al haber encabezado la bolsa donde se transan empresas de alta tecnología. Carlo Ponzi afirmaba que la fuente de los altos retornos era el arbitraje de estampillas de correo entre EE.UU. y Europa y la señora francesa vestía su negocio como promotora de las microempresas en un pujante nicho de exportación.

Recordar entonces la lección. Los ahorrantes deben saber en qué invierten. De dónde vienen los flujos que pagan los intereses que se ofrecen y cuáles son los riesgos.

Ciertamente, la regulación financiera tiene en esta materia la enorme responsabilidad de velar por el máximo de transparencia, especialmente en la protección de los ahorrantes de montos más bajos, usualmente lo menos educados financieramente.

Y ojo que, como tantos otros delitos y malezas, las pirámides Ponzi se dan bien en auges tanto como en crisis financieras.

December 02, 2008

Especulación y especuladores

Especulación una “operación comercial que se practica con mercancías, valores o efectos públicos, con ánimo de obtener ganancia”. La Real Academia de la Lengua define con un dejo de neutralidad y parsimonia, como resistiendo los prejuicios y la moralina fácil que han dado tan mala prensa a este importante concepto.

¿Es buena la especulación, es mala para la sociedad?

Depende...diremos aquí para recordar que, aunque apegados al diccionario, estamos escribiendo desde la atalaya del economista.

Veamos. A menudo y equivocadamente, la especulación se mezcla o asimila, con graves imperfecciones de mercado como lo son el uso de información privilegiada, los conflictos de interés y los incentivos mal diseñados. O como lo son a su turno, las adicciones al riesgo de individuos desinformados, mal amparados por regulaciones pobres...a veces administradas por autoridades incapaces y mal remuneradas.

La especulación, como el colesterol malo y el colesterol bueno, puede ser estabilizadora o desestabilizadora. La distinción conceptual - (no la analogía lipídica) - es del Nobel Friedman que en un célebre ensayo de 1953 analizaba el rol de los especuladores en un régimen de tipos de cambio flotantes.

Al contrario de la creencia popular, en la mayoría de los casos la especulación desempeña un papel positivo en la economía. Aumenta la liquidez, facilita un ajuste más suave de los precios a las circunstancias cambiantes y permite redistribuir el riesgo. Alan Greenspan, hacía notar hace poco que la especulación en los futuros de petróleo, observada durante comienzos de 2008, ayudó a abreviar la estabilización de precios. "La especulación fue estabilizadora porque adelantó el incremento de precios que, de otro modo, se habría producido en un plazo mucho más largo y redujo la demanda más rápido, lo que en última instancia ha atemperado el precio máximo intermedio".

Otras pocas veces, la especulación es desestabilizadora. Por ejemplo, si un banco central, mediante su intervención en el mercado cambiario, se empecina contra viento y marea en mantener por demasiado tiempo un tipo de cambio que el mercado considera insostenible.

En general, las grandes desestabilizaciones se generan a partir de fijaciones administrativas de precios irreales o de faltas graves de transparencia, situaciones ambas en que los gobiernos tienen una responsabilidad crucial.

Por la misma razón que es importante distinguir entre especulación benéfica y dañina, hay que tener cuidado con los estigmas. Poco sirve asimilar el especulador al sinvergüenza, en especial si ello nos priva de entender un poco mejor cómo funcionan los mercados...más todavía si pretendemos un análisis forense serio de una crisis financiera.

Recordemos por ejemplo que John Maynard Keynes, el respetado padre doctrinal del actual rescate, fue un gran especulador. Partió joven, comprando acciones con plata prestada en 1905, soportó cuantiosas pérdidas por una posición equivocada en monedas en 1920 y murió, recuperado y semi-rico en 1946 (Cord 2007)

Por cierto que también, muchas veces las páginas financieras parecen prontuarios policiales y circunspectos especuladores terminan en la cárcel.

Nuestro reputado Lord Cochrane por ejemplo, tuvo que cumplir condena en Londres antes de venir a Chile a fundar la primera escuadra nacional. El cargo fue vender acciones inglesas a precios inflados por una mentira fabricada por él mismo... junto a su tío y un “asesor de inversiones”. Como lo cuenta Alfredo Sepúlveda en su libro, en 1814 echaron a correr la noticia que Napoleón había muerto, mentira que el navegante tuvo que pagar con un año de cárcel, multa, expulsión de la marina y algunas horas de tortura en el cepo.

Como se ve, especulación y especuladores los hay de muchas clases.

Me parece que si no somos capaces de hacer distinciones, si no cuidamos el lenguaje y si preferimos la moralina fácil al rigor analítico, no vamos a poder entender ni esta...ni menos aún las crisis financieras del futuro.